viernes, 14 de noviembre de 2008

TU NOMBRE


Tu nombre intenta naufragar en mi lavabo, y yo, maniatada por cadenas, por eslabones que son recuerdos, que son pecados, que son tristezas que se sufren con los ojos cerrados, le lanzo un salvavidas. Pero se niega a cogerlo. Una vez más le parece vejatorio aceptar mi ayuda... Pero eso ya no me sorprende.


Siempre han sido así tu nombre y su orgullo masculino, y en el fondo una se enternece un poco al verlos flotar y pedir auxilio mientras se arremolinan en el desagüe y se descomponen entre ninguna parte y el olvido.


Seis letras negras como cucarachas se esfuerzan por salir del agua, por agarrarse al tapón de goma que cuelga del cuello de un grifo rechoncho y necio que parece sonreír ante tal desastre. Y las letras giran como la bola de la ruleta de un casino, mientras yo rezo porque salga el número por el que he apostado mil caricias con interés.


Instintivamente me doy la vuelta para no contemplar la catástrofe y un gorgojeo se escucha a mis espaldas y me giro de nuevo, lentamente, para descubrir con los ojos llenos de lágrimas que acaba de desaparecer de mi vida lo único que me quedaba de ti. Tu nombre. ¿Cuál era?